Este mediodía hemos conocido la sentencia del Tribunal Supremo contra nuestros compañeros y compañeras Arnaldo Otegi, Rafa Diez, Sonia Jacinto, Miren Zabaleta y Arkaitz Rodríguez, una sentencia condenatoria de seis años y medio en dos casos y de seis en otros tres, y en ese contexto la IA quiere compartir su lectura política con la sociedad vasca.
En primer lugar queremos aprovechar esta comparecencia para enviar un enorme y cálido abrazo a Arnaldo, Rafa, Sonia, Miren y Arkaitz y al resto de compañeros que forman el Colectivo de Presos Políticos Vascos.
La sentencia del Tribunal Supremo contra los acusados del caso Bateragune es sencillamente escandalosa e inaceptable. Nos sentimos profundamente agredidos por esta decisión que no supone sino un castigo a quienes desde su labor política apostaron por poner en marcha un proceso de paz y normalización política y que son artífices del cambio político y social que ya conoce la sociedad vasca. No vamos a esconder esa sensación que tenemos de ensañamiento contra quienes más han arriesgado para hacer posible este nuevo tiempo político. Y queremos añadir que es una sensación que va mucho más allá de lo que la IA representa políticamente. Esta sentencia causa indignación en Euskal Herria y ensancha todavía más la grieta que progresivamente separa a la sociedad española de la vasca.
La mayoría de la sociedad vasca, por no decir su totalidad no entiende esta sentencia. Rechazó de manera unívoca la sentencia condenatoria de la AN de septiembre del año pasado al igual que lo hizo una amplia representación de la comunidad internacional desde los ámbitos político y jurídico. Y esa incredulidad generalizada de la sociedad vasca no ha hecho sino crecer con esta sentencia. Cuando en el país hay abierto un proceso para una resolución democrática al conflicto, cuando acaban de cumplirse seis meses desde la declaración de Aiete y la decisión de ETA de dar por terminada su actividad armada, y cuando la posición activa por una solución dialogada es prácticamente unánime en la sociedad vasca y también en el ámbito internacional, ahora, en ese contexto, el Supremo se descuelga con una sentencia que no cabe sino interpretar como una patada al proceso de paz y un alarde de quienes desde posiciones involucionistas sueñan con volver a la situación anterior del 20 de octubre.
El trabajo militante de quienes hoy han sido nuevamente condenados, junto al resto de la militancia independentista, ha sido el que ha hecho posible el actual escenario político y social en el país. Y eso es lo que hoy el Estado ha venido a penalizar con la sentencia del Supremo. El Estado español ha decidido que debe perseguir y condenar a los artífices del inicio del proceso de paz y normalización política, pero eso, en sí mismo, no es sino una muestra de debilidad enorme. El Estado sigue dando la espalda la nueva realidad política, aplicando legislaciones y medidas de excepción pasándose por el arco de triunfo cualquier atisbo de respeto a las libertades democráticas más elementales.
España es un Estado al borde del colapso económico y social, que actúa con las armas del totalitarismo ante las reivindicaciones sociales y nacionales. España utiliza la violencia una más, para ocultar su falta de proyecto y el pavor que les causa contemplar la mera hipótesis del diálogo en torno a la resolución del conflicto político vasco: su violencia deja en evidencia su incapacidad política y esta sentencia es una muestra clara de ello.
La operación policial de 2009 que denominaron Bateragune, se desarrollo por iniciativa del PSOE, no olvidamos, y tenía como objetivo colapsar la puesta en marcha de la nueva estrategia de la IA, y no lo consiguió. La sentencia de septiembre del año pasado quiso impedir el inicio del proceso de paz, y por supuesto tampoco lo consiguió. El PSOE, Rubalcaba y López tienen al respecto una responsabilidad ineludible. Y ahora con un gobierno del PP, la ratificación condenatoria de hoy vuelve a poner de manifiesto el encastillamiento y el inmovilismo del Estado español. E insistimos en decir que se están empeñando inútilmente, fracasaron al actuar contra nuestros compañeros, volvieron a darse de narices contra la realidad de este país y volverán a hacerlo todas y cada una de las veces que vuelvan intentar sabotear este proceso de paz, imparable, irreversible y suficientemente blindado por la sociedad vasca en su conjunto.
Esta sentencia pone una vez más de relieve la necesidad de profundizar en la apuesta iniciada, para articular políticamente esa mayoría social, y no hay sentencia posible que pueda paralizar eso. La IA quiere decir, alto y claro que no va a fallar a la confianza depositada y que ninguna persecución, detención, juicio o sentencia va hacer que varíe su apuesta por el proceso de paz y normalización política.
La respuesta por lo tano, tiene que ser proporcionada al reto que se nos plantea y en la dirección indicada, tenemos que responder al rodillo de la represión reclamando los mínimos democráticos que como pueblo nos corresponden y eso exige la fuerza que sólo la unidad puede darnos, respondiendo a Madrid como país, uniendo una vez más a toda esa mayoría social en esta ocasión contra el sinsentido de esta sentencia y todos los intentos de boicotear el proceso de paz.
En marzo del 2009, en rueda de prensa, los hoy condenados por el Supremo dijeron algo que incluso ha sido recogido por el Tribunal para condenarles y queremos acabar citando sus palabras:
“abrir el proceso democrático que necesita Euskal Herria, para que por medio de la negociación y el acuerdo nos lleve a un escenario político en el que todos los proyectos políticos, incluidos el independentista, no sólo sean defendibles sino que sean también alcanzables, sin más limitación que la voluntad popular expresada de forma libre, democrática y pacífica”. Por otro lado, “volver a situar a los trabajadores y a los sectores populares de este país en el centro de los intereses políticos, económicos y sociales de Euskal Herria”.
Eso es exactamente lo que está haciendo la Izquierda Abertzale junto a otros referentes políticos del país. Ése es el camino que ya está en marcha y que nadie va a poder detener.
Y para terminar, ahora sí, queremos mostrar nuestra adhesión a todas las movilizaciones convocadas para las próximas fechas y en ese sentido, queremos invitar a la sociedad en general a que tome parte en ellas.
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